Cada día más el adolescente tiene mayores inquietudes con respecto a temas que
se relacionen con él, tales como las leyes, sexualidad, enfermedades,
tecnología, entre otros. Sin embargo, en el momento de tomar decisiones en
situaciones críticas es necesario para
nosotros, como futuros profesionales de la salud y educación, conocer
los cambios propios de la maduración de los jóvenes ya sea a nivel físico,
cognitivo, intelectual y moral.
Como se menciona anteriormente, para nuestro quehacer fonoaudiológico es crucial entender estos procesos, así mismo como los aspectos éticos que conllevan. Dentro de los constructos del cuidar encontramos que la confianza es uno de los más importantes, en esta edad el menor es inseguro y busca ser aceptado por eso es necesario establecer una relación óptima basada en este constructo; otro muy relevante es la confidencialidad ya que si no se respeta, podríamos arriesgarnos a que el paciente manipule los resultados tratando de minimizar los daños; un constructo que se observa es la conciencia, reflejada en la conciencia que tiene el paciente al tomar un tratamiento.
Desde un punto de vista se legal el adolescente posee autonomía al momento de ser penalizado, en cambio, cuando se contrapone con las leyes de la salud en la mayoría de los casos el menor necesita ser asesorado o contar con la aprobación de su representante legal. Bajo esta visión, se crean dilemas y confusiones por la poca especificidad de las leyes de salud en Chile en cuanto a la población de esta edad.
Tomando como base los puntos planteados, es que se plantea un caso hipotético en el cual un joven de 15 años llamado Vicente es diagnosticado, tras varios exámenes, con Nefritis hereditaria de Alport, lo que compromete el funcionamiento renal y provoca acumulación de líquidos y residuos en el organismo con avance gradual hacia una enfermedad renal en estado terminal a temprana edad, comprometiendo también el funcionamiento visual y auditivo. Los tratamientos propuestos comprometen demasiado la vida del paciente por lo cual él decide desistir de esa opción. En una decisión final se respeta la postura del adolescente presentando posibilidades de tratamiento complementario, así como apoyo psicológico tanto para él, como para su familia.
A modo de conclusión se puede decir que aún falta el reconocimiento de la autonomía de los adolescentes en Chile. Es parte de nuestra labor trabajar para generar un cambio, sobre todo en este grupo tan vulnerable y sensible a los cambios de su entorno.
Como se menciona anteriormente, para nuestro quehacer fonoaudiológico es crucial entender estos procesos, así mismo como los aspectos éticos que conllevan. Dentro de los constructos del cuidar encontramos que la confianza es uno de los más importantes, en esta edad el menor es inseguro y busca ser aceptado por eso es necesario establecer una relación óptima basada en este constructo; otro muy relevante es la confidencialidad ya que si no se respeta, podríamos arriesgarnos a que el paciente manipule los resultados tratando de minimizar los daños; un constructo que se observa es la conciencia, reflejada en la conciencia que tiene el paciente al tomar un tratamiento.
Desde un punto de vista se legal el adolescente posee autonomía al momento de ser penalizado, en cambio, cuando se contrapone con las leyes de la salud en la mayoría de los casos el menor necesita ser asesorado o contar con la aprobación de su representante legal. Bajo esta visión, se crean dilemas y confusiones por la poca especificidad de las leyes de salud en Chile en cuanto a la población de esta edad.
Tomando como base los puntos planteados, es que se plantea un caso hipotético en el cual un joven de 15 años llamado Vicente es diagnosticado, tras varios exámenes, con Nefritis hereditaria de Alport, lo que compromete el funcionamiento renal y provoca acumulación de líquidos y residuos en el organismo con avance gradual hacia una enfermedad renal en estado terminal a temprana edad, comprometiendo también el funcionamiento visual y auditivo. Los tratamientos propuestos comprometen demasiado la vida del paciente por lo cual él decide desistir de esa opción. En una decisión final se respeta la postura del adolescente presentando posibilidades de tratamiento complementario, así como apoyo psicológico tanto para él, como para su familia.
A modo de conclusión se puede decir que aún falta el reconocimiento de la autonomía de los adolescentes en Chile. Es parte de nuestra labor trabajar para generar un cambio, sobre todo en este grupo tan vulnerable y sensible a los cambios de su entorno.